viernes, 2 de enero de 2009

La violencia que inicia en el noviazgo se mantiene o incrementa en el matrimonio

La violencia de pareja inicia por lo regular durante las relaciones de noviazgo y, en la mayoría de los casos, continúa y se acentúa en la vida conyugal: 26 por ciento de las mujeres solteras y 35 por ciento de las casadas o unidas son víctimas de violencia de pareja. Se necesitaron al menos dos generaciones para que el porcentaje de mujeres que sufrió violencia física en la infancia disminuyera seis puntos porcentuales, informó el Instituto Nacional de las Mujeres (INMUJERES).


ELIZABETH RUIZ JAIMES



En un comunicado de prensa, precisó que este fenómeno sigue manifestándose, en una proporción importante, después de terminada la relación violenta, con agresiones hacia la mujer por parte de la ex pareja: cuatro de cada cinco de las mujeres separadas o divorciadas reportan situaciones de violencia durante su unión y 30 por ciento continúan padeciéndola por parte de ex parejas, después de haber terminado su relación.

En México, de acuerdo con la Encuesta Nacional sobre la Dinámica de las Relaciones en los Hogares (ENDIREH), hay 21.6 millones de mujeres casadas o unidas, de las cuales 35 por ciento reportó haber padecido algún episodio de violencia. Investigaciones nacionales e internacionales sobre violencia de género señalan que este fenómeno se da en todos los estratos socioeconómicos, aunque con frecuencias y formas de expresión diferentes.

Sin embargo, se ha encontrado que la violencia física, sexual y emocional es cometida en su mayoría por hombres en contra de mujeres; los agresores no exhiben psicopatología diagnosticable; el consumo de alcohol puede exacerbar la violencia, pero no es la causa que la provoca; en la mayor parte de las parejas que experimentan violencia, ésta se presenta desde el inicio de la relación, incluso desde el noviazgo; se ha observado cierta tolerancia hacia los comportamientos violentos y cierta cronicidad que muestra que las mujeres permanecen en una relación violenta un promedio de diez años; y el límite o alto a la violencia de pareja está relacionado con la intervención de algún hijo o hija, generalmente adolescente.

Entre las características más importantes de la violencia es que se trata de un fenómeno que trasciende generaciones. De aquí que muchas mujeres y hombres que han sufrido violencia en su infancia la consideran parte inherente a su vida cotidiana, propiciando que la acepten como algo normal, al grado de no reconocerla y de reproducirla, inclusive.

Desafortunadamente, las formas violentas de relación y convivencia han mantenido niveles elevados por generaciones. Se necesitaron al menos dos generaciones para que el porcentaje de mujeres que sufrió violencia física en la infancia disminuyera seis puntos porcentuales.

Si se quiere erradicar este fenómeno desde su origen es imperativo desalentar su uso como "método educativo" para las hijas y los hijos y como forma de relación en las familias. Una manera de hacerlo es mediante la difusión de mensajes que sensibilicen a la población sobre prácticas más democráticas al interior de la familia y de respeto a las los infantes, medida que debe acompañarse de un fortalecimiento de los temas de igualdad de género en los programas educativos.

Las políticas de igualdad deben enfocarse a romper con los roles y estereotipos de género, ambos componentes culturales que limitan el avance hacia la igualdad entre mujeres y hombres y causa esencial de la violencia de género. Dichas políticas, además de buscar mejores oportunidades económicas, políticas y sociales para las mujeres, deberán dirigirse a atacar los factores que han hecho de la violencia un fenómeno intergeneracional.

Otra vertiente en que debe ponerse especial atención es en materia legislativa y en la impartición de justicia. Contar con marcos normativos adecuados es el punto de partida tanto para reforzar una cultura de la denuncia y apoyar a la víctima, como para castigar al agresor.

La promulgación de la Ley General de Acceso de las Mujeres a una Vida Libre de

Violencia y el avance en los procesos de armonización y homologación de la legislación nacional conforme a los tratados y convenciones internacionales, en coordinación con los tres poderes de las entidades federativas y los mecanismos para el adelanto de las mujeres, si bien constituyen un gran paso hacia un sistema de impartición de justicia con perspectiva de género representan sólo el inicio del camino hacia la consolidación de una política de Estado más igualitaria para las mujeres.

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