Por: tabascoHOY.com
Beijing, China
Ángel Villarino
Agencia Reforma
Todo el mundo quiere saludar a Yang Zi. No sólo porque es un hombre popular y uno de los mejores contactos de China para hacer negocios, sino también porque sus tarjetas de presentación cuestan 45 dólares cada una. Fueron diseñadas en platino por la empresa Swiss Gear factory.
Yang es el director ejecutivo del grupo He Bei Ju. Se mueve por la ciudad en un lujoso Hummer de 10.5 metros de largo, único en el mundo. Cuando habla con sus socios y amigos lo hace con un VERTU edición limitada, un celular de 220 mil dólares.
Mucho menos, en todo caso, de lo que costó la esmeralda engarzada en su anillo de oro, una rareza única de valor incalculable que tiene más de 4 mil 600 millones de años. Se trata de un amuleto del que no se desprende ni siquiera cuando monta en uno de los seis caballos pura sangre que tiene.
Yang, quien junto a su mujer se ha convertido en una persona popular en shows televisivos, habla con orgullo y en público de todo ello.
Hace 20 años, una exhibición de riqueza tal habría sido un escándalo en China, pero hoy, la ostentación se admite como algo normal y deseable en las grandes ciudades.
No es de extrañar que el mercado de las marcas de lujo haya superado este verano al de Estados Unidos, colocándose en segundo lugar dentro de la clasificación mundial, tan sólo por debajo del japonés.
Los nuevos ricos chinos llevan una vida a golpe de costumbres importadas. Clubes de golf con cuotas anuales que superan los 100 mil dólares, vinos franceses, cigarros cubanos, ropa italiana, bares de diseño francés y viajes de placer a Australia, Europa y Estados Unidos.
En los 80, cuando empezaron las reformas económicas, existía la palabra "wanyuanhu" para denominar a los multimillonarios de entonces: aquellos que poseían un patrimonio de más de 10 mil yuanes, equivalente a mil 700 dólares en la actualidad.
Hoy, muchos hombres de negocios jóvenes gastan más de eso en una sola noche de fiesta en el club LAN, uno de los más exclusivos de Beijing, diseñado por el francés Phillipe Starck y en el que cuelgan cuadros del techo, abundan las sillas revestidas con piel de vaca y lámparas de araña.
Desde que el líder Deng Xiaoping acuñó eso de que "hacerse rico es glorioso", las fortunas no han dejado de crecer. En el último año, el número de personas que posee un patrimonio de mil millones de dólares ha pasado de los 101 a los 130, convirtiendo a China en el segundo país con más multimillonarios después de Estados Unidos.
Los magnates chinos son más y más ricos a pesar de la crisis económica. Según un estudio publicado en octubre por el Hurun Report, una revista china similar a Forbes, los mil hombres con más dinero del país han aumentado sus fortunas 30 por ciento en el último año.
"La clave es la urbanización porque alrededor de 23 por ciento de la gente hizo su propia fortuna con las propiedades", asegura Rupert Hoogewerf, impulsor de la iniciativa Hurun.
Aunque los principales líderes políticos muestran en público una austeridad ejemplar, prácticamente la totalidad de los nuevos ricos son miembros del Partido Comunista.
La corrupción y la especulación con terrenos que hasta hace pocos años eran del Estado, son dos realidades admitidas por Beijing y reflejadas en todos los informes humanitarios y análisis sobre la transparencia del gigante asiático.
El aumento de la riqueza en China no sólo es cosa de magnates, sino que también filtra a toda la sociedad, creando una pujante clase media y, sobre todo, una élite que prospera a un ritmo muy superior al del resto del país.
En 2006, según la fundación Hurun, había 345 mil chinos con más de un millón de dólares en el banco. Actualmente la cifra es de 825 mil.
Aunque los ricos prosperan mucho más rápido que el resto, la renta per cápita de China ha crecido 8.4 por ciento en el último año hasta alcanzar los 15 mil 781 yuanes anuales (2 mil 300 dólares), una cifra histórica para el país, que, sin embargo, será superada en 2009 sin dificultades.
Hacen realidad sueño parisino
Para enamorarse en la Torre Eiffel y pasear por los Campos Elíseos ya no hace falta viajar a Francia. Una constructora china está levantado una réplica de la Ciudad de la luz a dos horas en auto de Shanghai.
En la localidad residencial de Tianducheng, a las afueras de Hangzhou, se ofrecen más de 2 mil departamentos de lujo en edificios que imitan las viviendas parisinas y cuyos balcones se asoman a los Campos Elíseos.
En el París chino existe incluso una Torre Eiffel de 108 metros de altura, tres veces más pequeña que la original, pero a la que de todos modos se puede ascender en elevador.
La iniciativa arrancó en 2003 y se pronostica que esté acabada antes de 2015.
El proyecto, que agrupa varias zonas inspiradas en diferentes ciudades europeas, corre a cargo del grupo Guangsha, líder en la promoción inmobiliaria en China y quien se asoció con arquitectos europeos para llevar a cabo la construcción.
El director adjunto de la obra, Wang Xufei, uno de los padres de la iniciativa, asegura que decidió construir París en China para quienes adoran la capital francesa.
Las urbanizaciones que imitan las construcciones europeas son comunes en las metrópolis asiáticas. En las afueras de Beijing, Shanghai o Bangkok abundan ciudades que copian el ambiente de pueblos mediterráneos, tejados rusos e incluso cottages británicas.
El París chino es, además, más barato que el original, ya que por 500 metros cuadrados de una vivienda con vistas a la "Torre Eiffel" se pagan a unos 400 mil dólares.
