Por: Martha Martínez/Agencia Reforma
México, D.F.
En noviembre de 2008, Eduardo recibió una misiva en la que se informaba que la Secretaría de Gobernación intervendría para agilizar el pago de una reserva matemática generada por las aportaciones que él, como miles de trabajadores de Pemex, realizó por un seguro de vida contratado por el sindicato petrolero.
El dinero sería el resultado de los intereses y utilidades generados luego de que la paraestatal descontó cada 14 días la prima del seguro contratado por el ex líder petrolero, Jorge Hernández Galicia, alias La Quina, con la aseguradora La República, hoy Interacciones, propiedad de Jorge Hank Rhon.
Esos recursos, estimados a partir de las aportaciones de los trabajadores y los intereses que éstas pudieron generar, serían superiores a los 10 mil millones de pesos.
El seguro operó entre 1972 y 1992, año en el que La República fue intervenida por la Comisión Nacional Bancaria y de Valores.
De acuerdo a estimaciones de la Coalición Petrolera Independiente –una organización que se conformó a finales de los noventa para gestionar el pago–, los recursos ascenderían actualmente a 10 mil millones de pesos y, al parecer, estarían depositados en el fideicomiso 56342/FID/III/06 de Bancomer.
Para Eduardo, quien solicitó que su nombre se modificara en este texto por temor a represalias, la noticia recibida en noviembre acabaría con el peregrinar que comenzó dos años atrás, cuando acudió a instituciones gubernamentales y bancarias para solicitar que confirmaran la existencia del fideicomiso.
Sin ser un experto en seguros, el ex trabajador de Pemex acudió a aquellas instancias que, de acuerdo a su sentido común, tenían facultades para intervenir en el asunto. Sorteando la burocracia, los tiempos de espera y la necesidad de ser puntual en su trabajo, acudió a la Secretaría de Hacienda y Crédito Público, a la Comisión Nacional para la Protección y la Defensa de Usuarios de Servicios Financieros (Condusef), a Bancomer, al Grupo Interacciones y al sindicato petrolero.
En el caso de Eduardo, quien laboró en Petróleos Mexicanos entre 1980 y 1991, las gestiones para obtener información oficial sobre el destino del dinero comenzaron en 2007; para muchos trabajadores más, iniciaron 10 años atrás, con la conformación de la coalición.
A pesar del tiempo invertido, el ex petrolero no recibió respuestas satisfactorias. Sin mayor explicación, en la SHCP le informaron que no contaban con datos sobre el fideicomiso, y en la Condusef negaron la existencia de una reserva económica porque el seguro de vida, contratado desde el 1o. de enero de 1972 hasta el último día de 1992, se renovaba cada año y en esas condiciones no es posible que se generaran dichos beneficios.
En Bancomer le dijeron que no podían proporcionar información sobre el tema porque existe el secreto fiduciario, el cual prohíbe proporcionar información sobre los fideicomisos bajo su custodia a personas que no sean los representantes legales. El sindicato, mientras tanto, guardó silencio.
Enfoque buscó al secretario general del sindicato petrolero, Carlos Romero Deschamps, pero se negó a dar declaraciones sobre el tema "para evitar más confusiones", según informó el encargado de la oficina de prensa, Roberto Contreras.
El Grupo Interacciones
Aunque en Grupo Interacciones le reiteraron que la reserva matemática no existe, Eduardo desconfía de las afirmaciones de la empresa de Jorge Hank Rhon, la cual compró la aseguradora La República en 1993, después de ser intervenida por la Comisión Nacional Bancaria y de Valores.
"En Interacciones me aseguraron que la reserva no existe. A mí me parece que están negándonos información porque se trata de mucho dinero y regresarlo significaría un gran desfalco para la aseguradora, pero también para el sindicato", sostiene.
La subdirectora jurídica del grupo financiero, Diana Barrionuevo Regalado, accedió a una entrevista, pero solicitó que sus declaraciones no fueran grabadas. En la conversación, confirma lo dicho a Eduardo: el seguro de vida pactado entre La República y La Quina se renovaba cada año, por lo que no generó reserva matemática, mucho menos utilidades.
La abogada indica que el seguro estuvo vigente 20 años y durante ese tiempo se pagaron en su totalidad las pólizas que eran reclamadas por los familiares ante la muerte de algún petrolero, por lo que las primas de los empleados que no murieron corresponden a la aseguradora.
"Es como una apuesta: si te mueres, yo te pago, así lo pactamos; si no te mueres, yo me quedo con el pago porque así lo pactamos. Así funcionan los seguros, es una moneda al aire", señala.
La dificultad para obtener información sobre el fideicomiso tiene su origen en el marco normativo que los regula, según el cual, las facultades de supervisión y fiscalización de la SHCP y la Auditoría Superior de la Federación se limitan a aquellos en donde un porcentaje de recursos o la totalidad provienen del erario. Actualmente, alrededor de 10 leyes contienen ordenamientos sobre este tipo de instrumentos.
En el caso de este fideicomiso, los ingresos provendrían de particulares, es decir, de las aportaciones de los empleados, las cuales ingresaban a la aseguradora a través de un mecanismo "triangulado" y no directamente de la paraestatal: Petróleos Mexicanos descontaba vía nómina los pagos, mismos que transfería al sindicato, éste los entregaba al agente de seguros, quien a su vez los ingresaba a La República.
En los documentos que Eduardo guarda desde que comenzó a laborar en Pemex como montacarguista, entre ellos los emitidos por la coalición, se observan una decena de certificados individuales entregados por dicha aseguradora.
"Suma asegurada: 1,000,000 (un millón de pesos 00/100 M.N.). Beneficio adicional: Triple indemnización por accidente colectivo", indica un certificado de 1986.
El documento, impreso en una hoja membretada de La República, contiene la firma del director y el "funcionario autorizado"; en ninguna de las dos se logra distinguir el nombre de quienes suscriben y el documento tampoco los identifica.
/amc
México, D.F.
En noviembre de 2008, Eduardo recibió una misiva en la que se informaba que la Secretaría de Gobernación intervendría para agilizar el pago de una reserva matemática generada por las aportaciones que él, como miles de trabajadores de Pemex, realizó por un seguro de vida contratado por el sindicato petrolero.
El dinero sería el resultado de los intereses y utilidades generados luego de que la paraestatal descontó cada 14 días la prima del seguro contratado por el ex líder petrolero, Jorge Hernández Galicia, alias La Quina, con la aseguradora La República, hoy Interacciones, propiedad de Jorge Hank Rhon.
Esos recursos, estimados a partir de las aportaciones de los trabajadores y los intereses que éstas pudieron generar, serían superiores a los 10 mil millones de pesos.
El seguro operó entre 1972 y 1992, año en el que La República fue intervenida por la Comisión Nacional Bancaria y de Valores.
De acuerdo a estimaciones de la Coalición Petrolera Independiente –una organización que se conformó a finales de los noventa para gestionar el pago–, los recursos ascenderían actualmente a 10 mil millones de pesos y, al parecer, estarían depositados en el fideicomiso 56342/FID/III/06 de Bancomer.
Para Eduardo, quien solicitó que su nombre se modificara en este texto por temor a represalias, la noticia recibida en noviembre acabaría con el peregrinar que comenzó dos años atrás, cuando acudió a instituciones gubernamentales y bancarias para solicitar que confirmaran la existencia del fideicomiso.
Sin ser un experto en seguros, el ex trabajador de Pemex acudió a aquellas instancias que, de acuerdo a su sentido común, tenían facultades para intervenir en el asunto. Sorteando la burocracia, los tiempos de espera y la necesidad de ser puntual en su trabajo, acudió a la Secretaría de Hacienda y Crédito Público, a la Comisión Nacional para la Protección y la Defensa de Usuarios de Servicios Financieros (Condusef), a Bancomer, al Grupo Interacciones y al sindicato petrolero.
En el caso de Eduardo, quien laboró en Petróleos Mexicanos entre 1980 y 1991, las gestiones para obtener información oficial sobre el destino del dinero comenzaron en 2007; para muchos trabajadores más, iniciaron 10 años atrás, con la conformación de la coalición.
A pesar del tiempo invertido, el ex petrolero no recibió respuestas satisfactorias. Sin mayor explicación, en la SHCP le informaron que no contaban con datos sobre el fideicomiso, y en la Condusef negaron la existencia de una reserva económica porque el seguro de vida, contratado desde el 1o. de enero de 1972 hasta el último día de 1992, se renovaba cada año y en esas condiciones no es posible que se generaran dichos beneficios.
En Bancomer le dijeron que no podían proporcionar información sobre el tema porque existe el secreto fiduciario, el cual prohíbe proporcionar información sobre los fideicomisos bajo su custodia a personas que no sean los representantes legales. El sindicato, mientras tanto, guardó silencio.
Enfoque buscó al secretario general del sindicato petrolero, Carlos Romero Deschamps, pero se negó a dar declaraciones sobre el tema "para evitar más confusiones", según informó el encargado de la oficina de prensa, Roberto Contreras.
El Grupo Interacciones
Aunque en Grupo Interacciones le reiteraron que la reserva matemática no existe, Eduardo desconfía de las afirmaciones de la empresa de Jorge Hank Rhon, la cual compró la aseguradora La República en 1993, después de ser intervenida por la Comisión Nacional Bancaria y de Valores.
"En Interacciones me aseguraron que la reserva no existe. A mí me parece que están negándonos información porque se trata de mucho dinero y regresarlo significaría un gran desfalco para la aseguradora, pero también para el sindicato", sostiene.
La subdirectora jurídica del grupo financiero, Diana Barrionuevo Regalado, accedió a una entrevista, pero solicitó que sus declaraciones no fueran grabadas. En la conversación, confirma lo dicho a Eduardo: el seguro de vida pactado entre La República y La Quina se renovaba cada año, por lo que no generó reserva matemática, mucho menos utilidades.
La abogada indica que el seguro estuvo vigente 20 años y durante ese tiempo se pagaron en su totalidad las pólizas que eran reclamadas por los familiares ante la muerte de algún petrolero, por lo que las primas de los empleados que no murieron corresponden a la aseguradora.
"Es como una apuesta: si te mueres, yo te pago, así lo pactamos; si no te mueres, yo me quedo con el pago porque así lo pactamos. Así funcionan los seguros, es una moneda al aire", señala.
La dificultad para obtener información sobre el fideicomiso tiene su origen en el marco normativo que los regula, según el cual, las facultades de supervisión y fiscalización de la SHCP y la Auditoría Superior de la Federación se limitan a aquellos en donde un porcentaje de recursos o la totalidad provienen del erario. Actualmente, alrededor de 10 leyes contienen ordenamientos sobre este tipo de instrumentos.
En el caso de este fideicomiso, los ingresos provendrían de particulares, es decir, de las aportaciones de los empleados, las cuales ingresaban a la aseguradora a través de un mecanismo "triangulado" y no directamente de la paraestatal: Petróleos Mexicanos descontaba vía nómina los pagos, mismos que transfería al sindicato, éste los entregaba al agente de seguros, quien a su vez los ingresaba a La República.
En los documentos que Eduardo guarda desde que comenzó a laborar en Pemex como montacarguista, entre ellos los emitidos por la coalición, se observan una decena de certificados individuales entregados por dicha aseguradora.
"Suma asegurada: 1,000,000 (un millón de pesos 00/100 M.N.). Beneficio adicional: Triple indemnización por accidente colectivo", indica un certificado de 1986.
El documento, impreso en una hoja membretada de La República, contiene la firma del director y el "funcionario autorizado"; en ninguna de las dos se logra distinguir el nombre de quienes suscriben y el documento tampoco los identifica.
/amc
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