miércoles, 1 de abril de 2009

El costo de tener a Pemex en casa

Por: Agencias
México, D.F.

En 10 estados del país: Campeche, Guanajuato, Hidalgo, Michoacán, Oaxaca, Puebla, Tabasco, Tamaulipas, Tlaxcala y Veracruz, sus gobernantes han levantado la mano para dar albergue a una nueva refinería, cuya construcción, de acuerdo al anuncio de la federación, iniciará en este año con una millonaria inversión que generará miles de puestos, lo que de entrada sofocará el desempleo.

No obstante, en entidades dentro de la puja por llevarse a su patio la obra considerada el megaproyecto del sexenio del presidente Felipe Calderón Hinojosa, como Campeche, Oaxaca, Tamaulipas, Tabasco y Veracruz, sus habitantes en varias comunidades saben lo amargo que significa para el propio entorno y su calidad de vida ser vecinos de instalaciones petroleras

-Desorden ambiental en Oaxaca

Contaminación de esteros, ríos, lagunas y el golfo de Tehuantepec, así como daños a la salud humana y animal, crecimiento poblacional desordenado y el encarecimiento de la vida, son los saldos negativos que ha dejado la industria petrolera a lo largo de 29 años en Salina Cruz, ubicado en el sur del Pacífico oaxaqueño.

El puerto, de 55 mil habitantes, según cifras del Instituto Nacional de Estadística, Geografía e Informática (INEGI), y con más de 100 mil de acuerdo con las autoridades municipales, tiene un rezago de 30 años en el sistema de agua potable, además de que sólo tres de cada 10 viviendas cuenta con drenaje y sus vialidades están devastadas.

Las afectaciones se extienden además a la pequeña localidad de Salinas del Marqués, donde se prohibió la pesca ribereña desde hace 10 años en la zona de carga de los buques petroleros, en bahía La Ventosa, con la reducción de moluscos y en Boca del Río, donde los maizales “se queman, los frutales no crecen y los animales mueren”.

Temor a explosiones en Madero

De la mano con la creación de empleos e inversiones, la refinería Francisco I. Madero trajo a los vecinos el temor a explosiones y a la contaminación.
Su instalación en Ciudad Madero se remonta a 1950 y fue reconfigurada en 1995, con una inversión de 2 mil 800 millones de dólares.

Pese al optimismo oficial para que otra refinería se instale en Altamira, los vecinos de la Francisco I. Madero dieron a conocer los aspectos negativos de vivir junto a instalaciones de esta naturaleza.

A un lado, en la colonia Miguel Hidalgo, se localiza una descarga de la refinería que es un dolor de cabeza para los vecinos. Ante lo que llamaron un grave foco de contaminación interpusieron una denuncia en la Profepa, al asegurar que padecen diversas enfermedades, principalmente de la piel.

Uno de los testimonios fue el de la señora Albertina Huesca, quien dijo que en su familia tienen afectaciones de salud. “Y no sólo eso, sino que el combustible también se vierte al río Pánuco”, aseguró.

Acaba con pesca en Campeche

Autoridades estatales y de Pemex han minimizado el derrame de la plataforma Usumacinta, que quedó fuera de control luego de un accidente en octubre de 2007, pero el daño provoca aún el deceso de un gran número de especies, como lo demuestra el hallazgo de tortugas muertas a unos tres kilómetros de la costa del municipio de Nuevo Campechito.

“Todo indica que ahora estamos viendo las consecuencias del grave ecocidio que causó el derrame de miles de barriles de petróleo durante varios días, pero no hubo ninguna sanción a la paraestatal y mucho menos se han resarcido los daños que causó al sector pesquero ribereño”, dijo el comisario municipal de Nuevo Campechito, Luis Nicolás Cordero Torcuato.

El funcionario dijo que a pesar de las denuncias presentadas ante las autoridades, ningún funcionario de pesca o de la Procuraduría Federal de Protección al Ambiente se ha presentado.

Aseguró que entre los primeros efectos de la contaminación causada por el derrame, está la escasez de especies marinas a una franja de una milla (mil 852 metros) a partir de la zona costera entre los estados de Campeche y Tabasco.

Pozos acaban con el paraíso

Llevaba 19 años de residir tranquilamente entre plantíos de cocoteros, pero desde hace más de tres años, cuando Pemex empezó a perforar los pozos, su apacible vida en la costa del golfo de México cambió radicalmente.

María Asunción se queja de que últimamente sólo vive con dolores de cabeza al aspirar las nubes de humo provenientes todo el tiempo de la fosa de incineración de los pozos petroleros.

A veces, la humareda hasta oscurece el cielo y en ocasiones pesa tanto, que no alcanza a disiparse y se introduce en las casas. Es como si hubiera neblina negra, asegura.

“Se siente feo tanta contaminación, es tan desagradable, que hasta dolor de cabeza provoca”, añade María, cuyo esposo es originario de esta comunidad costera del municipio de Paraíso.

El humo tóxico alcanza a las viviendas, dependiendo de hacia dónde sople el viento. “Antes estábamos acostumbrados sólo a escuchar el rumor de las olas y a recibir la brisa del mar, pero ahora es el escándalo de las máquinas y el aire contaminado proveniente de los pozos”.


/amc

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